domingo, 26 de octubre de 2008

Contra la simulación, sin obsesiones

Todos sabemos lo difícil que resulta arbitrar bien un partido de baloncesto. Una preocupación general en el mundo del arbitraje es que no se añadan más problemas a una tarea de por sí complicada.

Protestas
Uno de estos problemas son las protestas, hay que tratar de evitarlas, especialmente las que se hacen de cara a la galería ya que, generalmente, provocan la irascibilidad del público. Aún es más difícil mantener el equilibrio cuando se está arbitrando en un ambiente tenso. Sin embargo a los que tienen un determinado carácter les resulta casi imposible evitar reacciones airadas y, posiblemente, considerando eso a algunos se les ha permitido protestar habitualmente. Contrastaba, en esas ocasiones, que permitiendo las protestas frecuentes de unos, a la primera que protestaban otros eran castigados con una técnica. Entre los que son incapaces de evitar su expresividad recuerdo a Sarunas Jasikevicius que siempre ha tenido problemas en este aspecto. En este caso no son unas protestas tácticas sino que él tiene un carácter muy expresivo y no puede evitarlo, como tampoco puede evitar el felicitar efusiva y notoriamente a un rival cuando realiza una acción excelente.

Es indudable que si se cortan las protestas de una manera coordinada por parte de todos los árbitros hay menos problemas en el arbitraje. Sin embargo, suele ser peligroso hacer este tipo de recomendaciones generales porque eso conlleva que algunos “se pasen”

Sucedió lo mismo durante bastante tiempo cuando se trató de cortar radicalmente los pasos de salida de los hombres altos, algunas veces se les señalaba pasos “por mover una ceja”

Simulaciones
Una temporada en la que no entrené a nadie, en un torneo internacional en Amsterdam me llamó la atención la cantidad de faltas en ataque, claras, que no fueron señaladas en un partido. Después hablé con el árbitro, un inglés al que conocía por haberme arbitrado en varias ocasiones y le pregunté si había jugado al baloncesto, al responderme que no, le expliqué que la pregunta se debía a que suponía que como no había recibido nunca los impactos de los atacantes era más posible pasarlos por alto. Me agradeció la reflexión.

Lo más importante que hay que valorar a la hora de señalar una falta de ataque es, simplemente, si es falta. El criterio que yo sigo para determinar si es falta cuando la posición defensiva es correcta es si el atacante invade el espacio del defensor o no, independientemente de si el defensor cae al suelo. El hecho de caer al suelo no es significativo. Hay jugadores con un tipo de físico, o con una sensibilidad ante los golpes que puede parecer que exageran el contacto cuando realmente lo que les ocurre es que lo sienten mucho más que otros con una mayor corpulencia. Recuerdo que hace años viendo a la selección española sucedía a menudo que Fernando Arcega, sustituyendo a Fernando Martín (lamentablemente fallecido), cobraba faltas de ataque porque en él los impactos eran mucho más notorios. Por otra parte, los que creen que en el baloncesto no se deben impedir entradas a canasta con una posición correcta, y a tiempo, del cuerpo son unos soñadores que no tienen en cuenta el Reglamento.

También se interpreta erróneamente como simulación cuando un jugador con balón progresa y es contactado por un defensor ilegalmente y éste mueve su cuerpo de una manera que puede parecer exagerada. No todos los jugadores tienen el mismo tipo de físico ni la misma sensibilidad ante los contactos. Lo importante es si hay contacto punible o no. Por supuesto que si no hay contacto y hay un jugador que se mueve como si lo hubiese recibido podría suponerse que hay simulación, aunque, incluso, podría ser miedo a un posible contacto.

Lo curioso de este caso actual que califico como obsesión por evitar la simulación es que se produce sin cambios en el reglamento cuando, además, uno de los cambios recientes es llamar falta antideportiva a lo que antes se llamaba intencionada porque, según comentaban, no se puede juzgar la intención del jugador.

El caso grave se produce cuando no hay contacto y el jugador simula que lo ha habido, el árbitro “pica” y sanciona falta personal. Más grave es aún cuando, como sucedió en las semifinales del Eurobasket de Madrid a falta de tres minutos para acabar cuando perdía España por un punto, un jugador –Rudy Fernández- avanza botando legalmente y es objeto de falta personal y le señalan ¡técnica! Cuando es señalada por uno de los mejores árbitros de Europa no me cabe duda de que hay algunos árbitros que tienen obsesión por evitar las simulaciones.

En definitiva, todos debemos colaborar para que el juego sea lo más limpio posible y no hay que intentar engañar al árbitro simulando contactos que no existen y, por otra parte, los árbitros han de intentar no dejarse influir excesivamente por la sana intención de erradicar la simulación.